
El ritmo del tambor se va acercando mientras observo a varias mujeres que contemplan el cielo azul. Tres águilas vuelan en suaves círculos sobre el fuego alrededor del cual estamos reunidas. Detrás nuestro aparece una procesión llena de color y vemos las inconfundibles figuras de trece ancianas. Las hay altas y bajitas, algunas en silla de ruedas o ayudándose de otra para caminar, todas con una presencia formidable que nos recuerda algo olvidado, antiguo y propicio. Solo con mirarlas, corren las lágrimas por las mejillas de docenas de personas. Hemos venido de toda Europa, incluso Peru, a una finca cerca de Borja (Zaragoza), a vivir tres días con el Consejo Internacional de las Trece Abuelas Indígenas. (Sophia Style)
Jyoti comprendió que era el momento de reunir abuelas de todo el mundo, según lo afirmado en antiguas profecías: «Cuando las Abuelas de las cuatro direcciones hablen, estará llegando una nueva era». Jyoti inició su búsqueda a partir de los contactos con grupos indígenas que el Centro de Estudios Sagrados había ido desarrollando. Envió cartas de invitación a dieciséis abuelas indígenas de todo el mundo. A algunas las conocía ya, a otras no. Aceptaron trece, todas ellas sanadoras y mujeres medicina plenamente reconocidas y respetadas en sus comunidades, procedentes de las selvas de África y América del Sur, de las llanuras, bosques y desiertos de América del Norte, de las montañas de Oaxaca, del Ártico, Guatemala, Nepal y Tibet.
La primera vez se reunieron alrededor de una mesa sobre la que lucía una tela ritual, expresamente decorada con las trece lunas del año. Rita Pitka Blumenstein, la Abuela yupik, repartió con lágrimas en sus ojos una piedra y una pluma de águila para cada una de las otras abuelas. Las había guardado como un tesoro desde que su bisabuela se las dio cuando tenía nueve años, diciéndole que algún día sería miembro de un consejo de abuelas y que tendría que compartir con ellas las trece plumas y piedras. También las demás abuelas, cada una a su manera, habían recibido sus propios signos y profecías y se sentían llamadas a hacer que se cumplan.
Con increíbles esfuerzos físicos y logísticos, y no sin encontrar obstáculos, desde mayo de 2005 las Abuelas se han reunido ya en las comunidades de cuatro de ellas. Han estado en Santa Fe (Nuevo México), hogar actual de Flordemayo, la Abuela maya originaria de Guatemala; en Oaxaca (México), con la chamana mazateca “mamá Julieta” Casimiro; en Dharamsala (India), donde recibieron la bendición del Dalai Lama, con la Abuela tibetana Tsering Dolma Gyaltong, y en las Black Hills de Dakota del Sur, hogar de las hermanas lakota Beatrice y Rita Long Visitor Holy Dance. En ese quinto encuentro en Dakota del Sur, la fundadora del colectivo de mujeres Arboleda de Gaia, Marianna García Legar, invitó a las trece abuelas a venir a España para traer a Europa su sabiduría ancestral. Aceptaron encantadas. Se trata de su única visita a Europa antes del 2012. Aprovechando este viaje histórico a la tierra de los conquistadores, las abuelas hicieron escala en el Vaticano para entregar personalmente al Papa una carta en la que piden que se anule la bula papal de 1493, que sentó las bases para el exterminio de millones de hombres y mujeres indígenas en todo el mundo.
Sus instrumentos de oración y de acción
En el centro de los rituales arde un fuego vivo. Sus instrumentos de oración y sanación incluyen tambores (latidos de la Madre Tierra), incienso, plumas y agua para purificar. Cantan, danzan, entran en trance y tejen su magia de forma tangible y apasionante. Cuando rezan en voz alta sentimos la grandeza de sus corazones; continuamente interceden por todo el mundo, por los que sufren, por la Tierra. Expresan su gratitud y reverencia ante la vida, piden sanación y perdón individuales y colectivos, y se desplazan alrededor del círculo para dar bendiciones personales a las más de ciento cincuenta personas que estamos allí reunidas.
Bajo la sombra de los árboles escuchamos a cada una de las abuelas. Sus palabras mesuradas, simples pero profundas, nos recuerdan formas antiguas que están en vías de extinción. Según ellas, ahora es el momento de decidir cómo vamos a vivir y a perdurar sobre la Tierra. Su sentimiento de apremio es fruto de la experiencia: aguas contaminadas en Dakota por la minería de uranio, desechos radiactivos que se almacenan en Tibet, alcoholismo y drogadicción en las reservas de los nativos norteamericanos, patentes pirata sobre las plantas y el saber de la Amazonia. Cuando la Abuela africana Bernadette Rebienot, con su presencia poderosa e inmensa, afirma que “ha llegado la Hora”, no cabe dudarlo. Las mismas profecías tribales que otorgan un papel clave a las abuelas en la renovación del mundo afirman también que estamos en la “undécima hora”, que si no transformamos nuestra forma de relacionarnos entre nosotros y con la Madre Tierra tendremos cataclismos apocalípticos.
En Comunión con el Mundo Natural
Cuidar el agua es un mensaje urgente que se repite en sus encuentros y ha sido un tema central en su visita a España. Las abuelas rezan por la recuperación de las aguas en todo el mundo, y participan en proyectos que emplean la permacultura para proteger las aguas locales y hacer renacer las fuentes. En una entrevista en la conferencia de Bioneers de 2007, en California, la Abuela Maria Alice mencionó una visita que había realizado a España. Llegó a un lugar que parecía completamente seco, pero a pesar de ello sentía una presencia muy poderosa del agua. Luego le contaron que chamanes y sanadores de todo el mundo habían dicho que «éste es lugar de agua». Y ella comprendió «que el agua se esconde de la gente que no se entrega a ella, que no la consagra, que no la contempla y dice “esto es sagrado y precioso”. El agua se esconde… y tendremos sed».
En el corazón de todos los proyectos en los que las abuelas participan late un mensaje de fondo: las soluciones a los problemas de hoy radican en una profunda transformación del modo en que vemos el mundo, y en el redescubrimiento de nuestra conexión espiritual con nosotros mismos, con nuestros hermanos y hermanas de todas partes y con la Tierra.
En buenas manos
Para muchos este consejo internacional de abuelas señala el despertar de lo que se ha llamado «arquetipo de la abuela» o «Era de las Abuelas». Según Jyoti, el arquetipo de la anciana sabia «toca y nutre algo muy profundo en nuestro interior». Como no podía ser de otra manera, en nuestra cultura adolescente e hiperactiva, que rinde culto a lo joven y a lo superficial y que desde hace tantas generaciones reprime lo femenino, son las ancianas sabias quienes nos guían a recuperar el equilibrio. Ellas representan todo lo que el Occidente moderno ha querido ignorar. Héctor Figueredo, uno de los pocos hombres que asistieron al encuentro, decía que «aquí debería haber habido más hombres que mujeres». Los hombres que participaron, como los tres que custodiaban el fuego sagrado día y noche, o los tres sijs «guerreros de la Madre Divina», fueron reconocidos por las abuelas como ejemplos de una nueva relación entre lo masculino y lo femenino. El momento clave para Héctor fue oír a la Abuela cheyenne Margaret Behan referirse a todos nosotros como «mis nietos». «De repente, sentí en mis huesos que ellas son nuestras abuelas», abuelas adoptivas y espirituales. Una profecía hopi afirma que «cuando las abuelas hablan, el mundo sanará». Estamos en buenas manos.
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ARBOLEDA DE GAIA
La idea original de traer a las 13 Abuelas a España fue de la cantante y compositora de Zaragoza Carmen Paris, para que participaran de su proyecto “Abrazo femenino a las Aguas Mediterráneas”. La visita a España de las trece abuelas fue finalmente gestionada por la asociación Arboleda de Gaia, un grupo de mujeres que ofrece encuentros en toda España para celebrar la espiritualidad femenina vinculada a la Tierra. Lograron financiar el viaje y la estancia de las abuelas exclusivamente a través de donativos particulares. También gestionaron la publicación del libro La voz de las trece abuelas de Carol Schaefer (Ed. Luciérnaga, 2008). En la primavera de 2009 aparecerá un documental sobre las trece abuelas, Por las próximas siete generaciones.
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