
El ritmo del tambor se va acercando mientras observo a varias mujeres que contemplan el cielo azul. Tres águilas vuelan en suaves círculos sobre el fuego alrededor del cual estamos reunidas. Detrás nuestro aparece una procesión llena de color y vemos las inconfundibles figuras de trece ancianas. Las hay altas y bajitas, algunas en silla de ruedas o ayudándose de otra para caminar, todas con una presencia formidable que nos recuerda algo olvidado, antiguo y propicio. Solo con mirarlas, corren las lágrimas por las mejillas de docenas de personas. Hemos venido de toda Europa, incluso Peru, a una finca cerca de Borja (Zaragoza), a vivir tres días con el Consejo Internacional de las Trece Abuelas Indígenas. (Sophia Style)